martes, 13 de diciembre de 2011

La élite del grupo

Las navidades son unas fiestas entrañables para pasarlas en familia, cuando la tienes. En caso contrario, son detestables, tanto más cuanto más familiares tienes a dos metros bajo tierra –excelente serie- y los amigos no suplen el vacío que se genera; puede parecer que es lo contrario, pero la risa no devuelve a los muertos.

La tríada terrible de la humanidad es el desprecio, la ausencia y el olvido; por lo general en este orden: primero surge el desprecio de alguien más o menos próximo, a lo que sigue la ausencia del despreciado y se culmina con su olvido –nadie se acordará de nosotras cuando hayamos muerto- terrible situación del individuo frente a la sociedad.
Cuando el grupo desprecia u olvida a un individuo una herida se está abriendo en este último y, dependiendo de su autoestima, se humillará al grupo o buscará otro que le sea más afín. Hoy en día, cada vez más, se diferencian los grupos por géneros. Al parecer en los años ochenta existían menos diferencias entre sexos que a fecha de hoy porque se compartían muchas más experiencias.
La madurez nos ha devuelto la realidad de algo que subyace por intereses mezquinos, y es que se propone la diferencia disfrazada de igualdad: ¿Quién, en el fondo más interno de su ser, quiere parecerse a otro?. Lo que se ansía en realidad es tener lo que tiene el otro, pero no serlo, porque todos tenemos el instinto primitivo de subsistencia del ego... a alguien se lo oí una vez en la radio decir, y creo que, la idea es bastante acertada, quizás no con estas palabras.
Sí, es cierto, las navidades me soliviantan mucho el ánimo porque me hacen sentirme atrapado, no me dejan expresarme con libertad porque eso supondría tener que enfrentarme a todo el grupo manifestando un desprecio que podría entenderse como una debilidad porque, en el fondo, se trata de un sentimiento y, en los tiempos que corren, nadie debe manifestarlos. La sensibilidad es una cualidad vergonzosa y, por ende, debe erradicarse, y a los tipos que lloramos de emoción ante la belleza o la concordia de las personas, también.
Los grupos son cerrados por naturaleza, por eso tienen estructura minoritaria. Basta que el número aumente para que se cree un subgrupo dentro que acabará generando una élite –otro grupo diferente- que renegará del grupo original tarde o temprano. Por eso es tan difícil mantener una democracia, porque los grupos tienden, más que a convencer, a vencer a los demás, como decía mi querido profesor Arnau. De lo que se trata es de esperar... a que las aguas vuelvan a su cauce, a que la gente se canse, a que la élite cree una nueva élite, a que los olvidados generen o se incorporen a nuevos grupos, a convencer con hechos que los grupos de personas cerradas son grupos cerrados.

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