viernes, 6 de junio de 2014

Halto! (Historia de una h olvidada)

Lo sé, el título de esta entrada está mal escrito, es sin h; pero no pienso cambiarlo. Y menos desde que he descubierto que la palabra es de origen alemán.
Sospecho que la h se perdió en algún momento de jarras de vino con tapa que un escribano del siglo XVII sufrió en la monotonía de su trabajo a la luz de una vela moribunda.
Quizás fuese un capitán de los tercios de Flandes quien, para detener la marcha de su tropa alzara su mano —o su espada— y al quedar esta en alto, por semejanza e ignorancia de la soldadesca, esta asociara ambos términos.
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HALT-Auschwitz por Anne-Sofie Rehnmark (26-10-2009)
Incluso puede que, dentro del deporte nacional —dos españoles, tres opiniones—, un par de políticos decimonónicos tomaran como estandarte de su doctrina la defensa o la censura de la pobre consonante muda en función de su filiación a las grandes potencias del momento, aunque esto último estaría cogido con pinzas puesto que tanto en alemán, en francés como en inglés, la acepción huérfana de h, la que proviene del latín, se escribe con ella —la de teoremas que hemos tenido que estudiar en las que la incógnita referente al alto se escribe con h—.

Los ortodoxos de la lengua argüirán que en el contexto queda claro el significado del término pero, por favor —ya sé que es triste pedir pero mucho más lo es robar; y que ante el vicio de pedir, la virtud de no dar—, ayudemos a esta pobre letra engendrada del amor entre el latín vulgar y el castellano antiguo a sobrevivir y no hagamos agravios comparativos. Porque en esa misma tesitura se encuentra la palabra “hola”, de origen inglés y que, sin explicación aparente, sí que la distinguimos de la onda marina con nuestra querida h.