viernes, 9 de agosto de 2013

Neuronía

“Neuronía: se dice del estallido simultáneo de neuronas, por simpatía entre estas, ante una avidez excesiva de información por parte del cerebro”.

Con cada discusión que tengo con la vida acabo rompiendo una conexión de mis neuronas. No es que lo note, no; sino que lo oigo, dentro de mi cabeza, como la cuerda de un arpa o de un piano que, al romperse, emite una nota desafinada quebrada; incluso algunos de ustedes, los que mejor me conozcan, dirán que no es para tanto, que yo, como mucho, lo máximo que puedo tener en la cabeza es un ukelele o un contrabajo; qué le vamos a hacer, somos simples.
El caso es que sospecho que con dos discusiones más, es probable que acabe hacinado en la cama de una sala de urgencias conectado a una maraña de tubos y de cables —con la rabia que me han dado siempre que se enreden— a una máquina que emita un constante y uniforme encefalograma plano de infinita nota monótona similar a la de la cuerda de un arpa o un piano cuando se rompen.
Todo el mundo sabe que el gran fracaso de la naturaleza ha sido el diseño de las neuronas porque son el único ente vivo incapaz de reproducirse. Alguna mente sesuda y pensante —porque le quedará alguna neurona, claro— dirá que es por el marcado carácter vocacional de estas, porque la neurona tiene que estar de manera continua transmitiendo información y no puede distraerse en placeres de ningún tipo —algo parecido a lo que pasa con los curas— y menos mundanos; aunque yo sospecho que algunas de mis neuronas ante el panorama que se les presenta han decidido autoinmolarse porque, de vez en cuando, sin venir a cuento, escucho notas quebradas de arpa por mi cabeza... o será que ya no sé distinguir cuando discuto de cuando dialogo. La velocidad está generando memorias muy cortas para esperanzas de vida tan largas.