jueves, 27 de diciembre de 2012

Ruidos

Desde el punto de vista de la acústica, los ruidos pueden clasificarse por colores: Rosa, blanco, marrón, rojo, azul, violeta, gris  —como los tipos de Reservoir Dogs— en los que el nivel sonoro está caracterizado por una densidad espectral de diferentes proporciones a la frecuencia según la tipología o color —ruido rosa cuando es inversamente proporcional—, o está compuesto en su mayoría por frecuencias graves y medias —ruido rojo, marrón o browniano—. Pero esto pertenece al campo de la teoría pura y dura, luego aburrido para los legos en la materia. Para entendernos, todos estos ruidos se parecen muchísimo al que emite la televisión cuando se acaba la programación; y creo que todos recordamos la escena inicial de la película de Hope/Spielberg, Poltergeist; cuando Carol Anne dice: “Ya están aquiiiiiiiiiií...”, el ruido que se escucha de fondo es un ruido blanco, pero a todo volumen.

Poltergeist (1982) Tobe Hope / Steven Spielberg
         Por cierto: ¿Por qué se traduciría en España el nombre de Carol Anne por el de Caroline? Se pasan toda la película llamándola “Carolain”—. En fin, fenómenos paranormales (?) Prosigamos...
      Mas paranormal si cabe, resulta el ruido —en cualquiera de sus colores— en el espacio exterior o sideral —que diría Bernardo Bonezzi— puesto que, para propagarse, necesita de un medio físico —sólido, líquido o gaseoso— y, ¡sorpresa!, en el espacio intergaláctico por el que las naves "Enterprise" o "Millennium Falcon" generan aquellos sonidos tan característicos NO SE OYE NADA, porque no existe medio por el que se pueda propagar, teoría del bosón de Higgs aparte... Pero esa es otra historia, mucho más compleja y que espero no explicar nunca.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Silencios


Abres los ojos y ya lo sabes: ¡Ha nevado! Desde la cama, tapado hasta las orejas, a oscuras todavía, no es el frío quien te avisa, sino el silencio. No se oye nada afuera. Afinas el oído y entonces sí que empiezas a notar como el silencio no es absoluto, que su dictadura no es completa; un crujido, una vibración, un roce, tu propia respiración, acaban delatando la realidad: el planeta es un organismo vivo, porque la vida está asociada al sonido; la muerte, al silencio —aunque escuché a alguien decir que la muerte no es otra cosa que una oportunidad para que otros vivan, luego el trampolín para que el ruido se genere—.
       Las condiciones para que se dé el silencio completo se pueden crear con el artificio de una cámara anecoica —La acústica hace tiempo que lo ha logrado— pero siempre existe una minúscula vibración que se traduce en un sonido imperceptible para la última herramienta capaz de registrar lo inaudible.

Vista parcial de una cámara anecoica
        El silencio desapareció de la faz de la Tierra en el preciso instante que lo hizo también la Vía Láctea. Sí, en efecto, cuando se implantó el primer alumbrado público (1807 – Londres) la Naturaleza tuvo que redoblar esfuerzos porque la energía acústica se prolongaba toda la noche bajo la bóveda de los templos de la luz.
La antítesis del silencio es la reverberación —el eco es otra cosa— y los templos reverberantes por excelencia son los cuartos de baño: chapados por completo por esos azulejos, pavimentos y saneamientos cerámicos de superficies lisas y apliques pulimentados de acero inoxidable —cromados, por si acaso—. Menos mal que la energía acústica acaba disipándose por los diferentes sumideros, porque podría estar rebotando hasta el infinito —efecto nefasto para el oído interno—. Todo elemento pulido potencia este fenómeno.
Pero el silencio más complicado de lograr es el interiorizado, aquel que reside dentro de nosotros, en el cerebro, porque ya hemos indicado antes que las vísceras como los pulmones y el corazón generan también ruidos; incluso su ausencia puede generar cierto ruido en el oído interno. El desarrollo de un planteamiento teórico, la solución de un problema, la ideación de una imagen cautivadora —la meditación o el pensamiento, en definitiva— no genera ruido alguno por si misma. Y es este el más difícil de lograr con la ingente cantidad de ruidos que nos asedian en todo momento, salvo cuando nos despertamos y nos damos cuenta que ha nevado.

lunes, 22 de octubre de 2012

La cuestión del nombre

Fragmento de “Pioneros: Entrevista a James Whale”. Sección Crítica. Al salir del cine. Revista sólo de cine. Noviembre 1991. Valencia.

Al principio era divertido. Decías: "¡Frankenstein!", y al instante los tenías ante ti esperando a recibir órdenes. Pero cuando iniciamos el rodaje aquello se convirtió en algo incómodo, ridículo. Llamarlos por su nombre real en escena no resultó una buena idea porque, según ellos, los sacaba de situación. Y tampoco me pareció correcto estar llamando Monstruo a Boris durante todo el rodaje. Así que, como el personaje de Colin ya tenía su nombre desde la novela, decidí ponerle un nombre al personaje de Boris.


Rodaje de Frankenstein (1931). Imagen de Universal Pictures


Con Elsa todo era más sencillo. Ella tenía que hacer el doble papel de Mary Shelley y de novia del Monstruo. No hubo problema en cómo debíamos llamarla. Con Elsa era suficiente. No precisaba de un nombre para su personaje, hasta que llegó Sir Charles —le llamo Sir porque, aunque éramos buenos amigos desde que rodáramos “La vieja casa encantada”; en Inglaterra nunca se le perdonó que se nacionalizara norteamericano—. Aunque no lo reconociese era un actor de método —muy singular, eso sí— e insistió en que creáramos un nombre para el personaje de Elsa. Y así lo hicimos.

Treinta años más tarde coincidí con ellos en la fiesta de la première de “Testigo de cargo”, donde me confesaron que aquella decisión casi les cuesta el matrimonio y que, desde entonces, Elsa, nunca más aceptó un personaje que tuviera el mismo nombre que la novia de Frankenstein. Hasta tal punto llegó su hartazgo por aquel nombre, que exigía cambiarlo siempre que coincidiera, o de lo contrario rechazaba el trabajo.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Mentes

Inteligencia y propósito, o inteligencia o propósito. Porque el propósito no tiene por qué ser inteligente, también puede ser necio o espurio. El sufijo adverbial –mente deriva del latín mens, mentis (que significa inteligencia, propósito). Mente, como sustantivo, es un cultismo con el mismo significado, pero que también ha derivado en un significado “vulgar” como cerebro, asociado, cómo no, a la inteligencia, aunque haya personas que sólo les sirva como contrapeso para poder ahogarse en la piscina —inteligentes que son—.
     Esto último es anecdótico, como el hecho de que se haya incorporado el uso de este tipo de adverbios en el lenguaje coloquial como un recurso para elevar el nivel cultural del discurso, o para revestirlos de una supuesta autoridad que puede acabar resultando ridículo. Sobre todo cuando se usa dos veces en una misma frase. La universidad está llena de maestros y doctores con discursos muy sesudos y farragosos repletos de estos recursos en sus clases pero, al menos, ellos saben de lo que hablan; su problema reside en hacerse entender por la mayoría de sus alumnos, pero esa es otra historia. El caso es inexcusable para la clase política —otro día comentaré algo sobre los “habledores”, los “parlamientores” y los “oracionistas”—.
     Resulta extraño escuchar por ahí “concienzudamente” en vez de “a conciencia”, “paralelamente” por una forma más sencilla como “en paralelo”, o “inteligentemente” por “con inteligencia” o “con propósito inteligente”. Puede que sea por un deseo inconsciente de realizar un discurso escueto y con el menor número de vocablos —siempre es recomendable sintetizar todo lo posible— pero el léxico castellano es muy rico a poco que se piense lo que se dice. ¿A ver si va a ser eso, que no se piensa lo que se dice? Sería triste.
     Quien escribe estas palabras renegó hace tiempo de este recurso o moda lingüística, por lo menos en el ámbito escrito, porque oralmente, difícilmente se puede.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Zombies

Matar zombies, o lo que sea. El caso es matar. Los Norteamericanos son muy pragmáticos y lo tienen muy claro: si no se pueden matar nazis, pues comunistas —Chinos no, mientras tengan nuestras hipotecas—, o árabes, o alienígenas... Ahora le toca el turno a los zombies.
No crean que la cosa no está mal pensada, no; resucitar a un muerto es algo rentable porque, si no me fallan las cuentas, la Tierra está llena de muertos más que de vivos; y como la población viva no sabe enfrentarse a ellos porque es estúpida, queda enseguida convertida a la secta del zombismo, y lista para que el batallón de los elegidos —los fuertes, los que dominan las armas— puedan disparar a discreción sobre cualquier cosa que se mueva.
Son listos estos norteamericanos, sí: cuando el servicio postal está en horas bajas, llaman a Kevin Costner y hacen una película de carteros que salvan al mundo del caos; cuando los bomberos andan de capa caída llaman al dúo Baldwin y Russell y los enfundan en un uniforme para apagar llamaradas —da igual de quién sean, pero que las apague, por Dios—; ¿que el presidente de los norteamericanos se ha convertido en una caricatura en todos los países del mundo? Nada, nada, meten a Harrison Ford —Eh, un respeto, que es Indiana Jones, mucho más famoso que Jesucristo a mediados de los 80— en el Air Force One con un plano final de las barras y estrellas y “No Problem, Brother”, además de aumentar la popularidad mundial del presidente de turno, se forran los bolsillos con billetes de mil.
Bueno, esto es así, matar zombies tiene un sinfín de lecturas a cual de todas más siniestra:  
1-      Personas (vivas) disparan contra personas (muertas). Se trata de una defensa del derecho de la sociedad norteamericana a poseer armas y a utilizarlas cuando se sientan amenazados. Yo no voy a entrar en esto, allá ellos, pero lo vamos a importar pronto también... Viene en la letra pequeña de McMickeys y Coca-Loca. El estado de vida anglosajón ya hace furor. Quien no se lo crea que se acerque a las fiestas de fin de curso de los colegios.
2-      Personas (muertas) se comen a personas (vivas). Esto no es más que un feroz ataque al laicismo por parte del fundamentalismo religioso (que un segmento muy reconocible de la sociedad norteamericana también lo es). No es que las sociedades laicas sean antropófagas, claro que no, pero sí que es una buena parábola de cómo el pecado y la condena de la antropofagia es uno de los valores más reconocibles de todo cristianismo, así pues los vivos —contrarios a comer carne humana— se convierten en cruzados obligados a eliminar a todo aquel que vaya en contra de su ley (su interpretación de la ley divina), quedando convertidos los muertos comedores de carne humana en todos aquellos que osan cuestionar los dogmas de la religión.
3-      Los vivos justifican por el punto 2, poder matar a sus propios familiares siempre que sean zombies. Esto es contrario al cristianismo, porque matar es pecado, pero siempre se ha podido matar, y los norteamericanos lo siguen haciendo, en nombre de Dios.
4-      Si los vivos pueden matar a sus familiares zombies, también pueden matar a todo aquel que consideren una amenaza hacia su persona o su estilo de vida. No pondré ejemplos de la ingerencia de los norteamericanos en sociedades  ajenas y lejanas con esa misma excusa, están en la memoria de todos.
5-      A la amenaza del número se le combate con armas, y sólo con armas. Me viene a la cabeza el contencioso palestino-israelí.
6-      Los zombies son incapaces de dialogar y ante esa circunstancia sólo se puede hacer una cosa: utilizar las armas, o lo que es lo mismo, matar. De nuevo la incomunicación da como resultado una guerra. Si alguien está pensando de qué va esto es muy fácil. Para el poder de las armas sólo lo propio es merecedor de conservarse, todo lo demás, lo que venga de fuera es prescindible porque atenta contra los valores norteamericanos, que vaya usted a saber cuáles son. Bueno sí los sabemos, pero esa es otra historia.
7-      El diálogo de los zombies es incomprensible  para los vivos y por lo tanto está fuera de toda discusión que no tienen razón, luego si no la tienen quiere decir que sobran en una sociedad de vivos y, por lo tanto, hay que eliminarlos.
8-      Los muertos representan un enemigo común porque no se devoran entre ellos. Es la lucha del pueblo norteamericano contra el resto del mundo. Pero aquí subyace algo muy peligroso y es la figura del líder. Los vivos tienden a organizarse entorno a un líder, y no a un grupo. Que el líder sea, además, quien tiene el dominio sobre las armas no deja de ser un reflejo muy escandaloso de la tendencia de las democracias a refugiarse en los regímenes totalitarios en tiempos de crisis. Esto está relacionado con la herencia e influencia del nazismo —y del fascismo— en la sociedad democrática actual, de la que, quien les escribe, ya hizo un breve estudio hace mucho tiempo. Quizás lo publique algún día...
9-      A los zombies se les mata disparándoles a la cabeza, como los tiros de gracia en las ejecuciones. No es casual ni gratuito. Lo normal sería en el corazón, pero entonces se les podría confundir con los vampiros, y ya que se ha creado un “monstruo” terrorífico hay que darle personalidad, diferenciarlo del resto de personajes malignos. Es una defensa de la pena de muerte sin duda alguna, pero por la vía rápida, sin juicio ni mantenimiento penitenciario. Lo que se empieza a oír por aquí cuando se comete un infanticidio.
10-  ¿Rifle o pistola? Depende de la adrenalina que quiera segregar la persona (viva). A mayor cercanía, mayor riesgo.
El rifle se usa para cazar; la pistola, como hemos dicho en el punto 9, para ejecutar. El fin es el mismo: matar, pero la justificación diferente. Yo nunca he entendido los argumentos de los cazadores, al parecer tiene que ver con la “emoción” de atrapar un blanco móvil. Si se tratara de puro deporte, podrían disparar balas de pintura, o dardos somníferos —como la pesca deportiva, que una vez pescado el pez, se pesa, se mide, se le fotografía con su captor y se le devuelve al mar... vivo—. Pero si ya hemos decidido que un zombie no es un ser humano, ya podemos decidir sobre su vida o su muerte.
La pistola parece que responde más a un acto de venganza, puesto que para acertar se ha de estar enfrente de la víctima, para que te reconozca y sepa el porqué de su muerte. Algo estúpido por lo que se refiere a un zombie.
Creo que en ambos casos, matar, tiene que ver con un acto de posesión. Como decía William Munny, asesino de mujeres y niños: “Matar a un hombre es algo despreciable. Le quitas todo lo que tiene, y todo lo que podría llegar a tener.”
Tan sólo me queda una duda y es si a las momias —cuando les da por cobrar vida, y salir de sus sarcófagos para correrse alguna juerga o matar algún empollón que está hasta las tantas de la noche intentando descifrar un jeroglífico egipcio—, no se las puede matar de un certero tiro en la cabeza.

viernes, 17 de agosto de 2012

Perdón, quise decir pestaña


Man Ray: Sade (1933)
Me indigna la corriente puritana que, desde las instituciones, se pretende envolver a los individuos. No concibo que una palabra tan democrática como “culo” no se utilice mucho más en el lenguaje coloquial. Parece ser que el culo sólo puede tener connotaciones eróticas y ese es el motivo por el cual se evita utilizar la palabra. Bueno, boca también puede tenerlas y no por ello deja de usarse; y a mí lo que más me erotiza es un buen par de ojazos o una mirada de largas pestañas... Eso es, de ahora en adelante cuando quiera decir culo diré pestaña, así nadie se molestará.
Pero cuando digo que el culo es democrático no solo me refiero a que todo el mundo lo tiene, incluso los que están todo el día partiéndoselo (no sé cómo, si ya nacemos con él partido) sino que en realidad lo que quería decir es que es asexuado, polisexual —a la vez que polivalente— porque es admirado y usado por igual por todos los grupos. No conozco a nadie, de cualquier sexo ni de ningún tipo de tendencia sexual, que no se fije cuando pasa por delante de ellos un bello culo (digo bello y no hermoso porque para los culos la hermosura está asociada a la gordura, y tampoco digo buen culo porque parece así que existan malos culos... todos los culos son buenos porque nadie sufre del culo, las posaderas nunca están enfermas, puede que deformes pero cuanto más deformes, mucho más confortables y cómodas, para sentarse, claro) y el que lo niegue, miente como un bellaco.
La admiración del culo... ¡Perdón, quise decir pestaña! ...lleva a presuposiciones y prejuicios con fines más moralistas que racionales. El hecho de que alguien pueda sentirse atraído por mirar y admirar un culo no quiere decir que tenga que ser un sodomita —ojo, que no se me molesten los habitantes de Sodoma[1]—, sino un simple observador: se mira, se observa, se admira, se disfruta. Esto tiene más que ver con el placer y el goce de lo bello que con el “voyeurismo”. No puede existir ninguna diferencia en la contemplación de la pestaña del David de Miguel Ángel y la pestaña del muchacho con el que coincido todas las mañanas en la parada del autobús, ni mucho menos con la pestaña de la joven que me ofrece cigarrillos de promoción en el estanco; porque todos tienen unas pestañas proporcionadas y equilibradas, ergo bien compuestas y, por ende, perfectas y bellas.
Para finalizar me gustaría apuntar la excelencia del culo andrógino que se representa en el trabajo de Man Ray. Resulta difícil distinguir el sexo del o la modelo, siendo ese el motivo principal que le da a la obra un mérito maravilloso. Sencillez e intención —mala intención— al enmarcarlo en el crucifijo al revés: el pecado de la sodomía otra vez que, a mi modesto entender, no es la homosexualidad, sino la perversión sexual. Aunque la perversión tiene una relación muy íntima con la libertad de los individuos que la practiquen. Pero eso no es otra historia, sino varias...


[1] Tengo claro cuál es el pecado de los sodomitas para la Iglesia. Lo que no sé es el de los gomorritas.

jueves, 16 de agosto de 2012

Obituario 120816: El Rey del Rock & Roll

East Valley Herald - Phoenix, Arizona, viernes 3 de agosto de 2012

Elvis Presley ha fallecido a la edad de 77 años en la pequeña ciudad fronteriza de Nogales (Arizona) por insuficiencia respiratoria, mientras dormía, esta pasada noche, a la 1:11 AM (UTC-7).
El legendario Rey del Rock and Roll ha vivido todos estos años como testigo protegido del FBI por ser el principal declarante del fiscal del Estado en la causa del pueblo de Nevada contra el llamado “Rat Pack” (Frank Sinatra, Dean Martin, Sammy Davis Jr., Peter Lawford y Joey Bishop) por la probada implicación en el tráfico de drogas y de influencias y supuesta participación en el asesinato de JFK.
Elvis, que por aquel entonces tenía una estrecha amistad con el grupo, se vio pronto apartado de los negocios de Las Vegas, cosa que no le sentó muy bien y motivo por el que lanzó su particular delación contra el grupo —como el tiempo se ha encargado de demostrar, las relaciones de J.F.K. y el “Rat Pack” eran manifiestas y fluidas, sobre todo durante la crisis de los misiles de Cuba, en las que Sinatra y sus camaradas tenían intereses multimillonarios en la isla (prostitución, alcohol, tabaco, drogas y tráfico de influencias)—.
El rey del Rock & Roll, que se acercó a la administración Nixon por ideología y simpatía personal mutua entre ambos, empezó a disfrutar de inmunidad total, a formar parte de la nómina de la administración como Embajador Honorario del país, y a cobrar por el departamento de “publicidad nacional” —partida que todos los lectores sabrán de sobra que pertenece a la Agencia (entiéndase CIA)—. Tras el Water Gate, todo aquel que hubiese sido cercano al 37º presidente de los USA y no hubiera renegado de él cuando estallara la crisis —hay quien sostiene que “Deep Throat” fue el propio Elvis—, quedó desamparado por la nueva administración, decidido como estaba Gerald Ford por enterrar todos los asuntos heredados de su pésimo predecesor; como sucedió con el Rey y su incómoda acusación. Elvis, temiendo ser asesinado, por orden del “Rat Pack”, y aprovechando la vigencia de su contrato con la Agencia de Inteligencia, solicitó el programa de protección de testigos. De esta manera terminó Elvis en la ciudad de Nogales.
No obstante, la genialidad del funcionario del FBI encargado de su caso, no fue darle una nueva identidad —ahora se llamaba William Sobalvarro Tardencio—, sino escenificarle una muerte como él temía que iba a sufrir, es decir, por sobredosis de barbitúricos; como ya sucediera con Norma Jeane. Su muerte fue tan sonada, el cadáver tan bien escogido, su leyenda tan bien administrada, que poco importó que un hombre gordo, y de asombroso parecido al Elvis vivo apareciera en la ciudad de Nogales, puesto que por aquellos días, surgieron miles de Elvis por todas las ciudades del país —mención aparte supone la cínica conmemoración de su persona en Las Vegas todos los años, sabiendo que los promotores del evento fueron, sí, han acertado, el “Quinteto de la muerte”—. Así que nadie le prestó más atención que la que se le presta a una persona que llega a un nuevo lugar, huyendo de su pasado; como tantos y tantos estadounidenses.
William “The King Bill” Sovalbarro Tardencio se ganaba la vida haciendo lo mejor que sabía hacer, lo mejor que sabemos hacer todos, a saber: de nosotros mismos. Daba clases de “cómo ser un verdadero Elvis”, así enseñaba a todo aquel que quisiera deslumbrar en cualquier acontecimiento con una imitación perfecta de él mismo, de Elvis... También participaba en bodas, bautizos, comuniones —y algún entierro también hubo, ya saben cómo es el pueblo a este lado de Río Grande—, en los que no tenía que esforzarse mucho con la voz porque, claro, era un imitador, y un buen imitador. Así que por poco dinero no necesitaba hacer grandes cosas: como beber poco ese día; nada de excesos con la comida; sexo, el que se presentara, pero sólo después de la actuación; y cantar siempre “Love me, Tender” en medio de la actuación. Al final de mes, el cheque del Tío Sam siempre estaba ingresado en su cuenta.
Al parecer, no se volvió a casar nunca, pero no está tan claro que no tuviera más hijos, puesto que seguía rompiendo corazones. Lo cierto es que, tras su muerte, nadie en el pueblo ha reclamado su paternidad. Era respetado por la comunidad y formaba parte del “Comité de vigilancia de ingerencia externa” que, en una ciudad fronteriza, es como no formar parte de nada.

William Sovalbarro Tardencio aka Elvis Aaron Presley. (Tupelo, Mississippi 8 de enero de 1935 – Menphis, Tennessee 16 de agosto de 1977 y Nogales, Arizona 3 de agosto de 2012). Descanse en paz.

viernes, 27 de julio de 2012

Richard & Amadeus

Me llama la atención cómo a Wagner y a Mozart se les conoce más por su segundo nombre (Richard y Amadeus) que no por el primero (Wilhelm y Wolfgang). Esto es una pura anécdota introductoria de lo que en realidad quiero hablar, así que allá vamos. Siéntense y disfruten... si pueden. Ah, por cierto, ¿han intentado pronunciar sus primeros nombres sin saber alemán?

Dos jarras de cerveza se posan sobre la mesa y Richard reflexiona sobre el sonido del vidrio golpeando la madera: “Truenos a lo lejos que traen el fuego y la destrucción del Hombre”, a lo que Amadeus responde: “Timbales”. 

La genialidad de estos hombres no reside en el tamaño de su obra sino en hacer llegar con exactitud el mensaje que está en su cabeza a la nuestra, y de una manera única. Hacerlo como otro ya ha hecho, no es a la manera de —a la “maniera” de—, no es un manierismo: es una copia —homenaje se llama ahora—. Decir que la grandeza de un relato musical, o literario, reside en el mayor o menor número de notas, o de palabras, de la composición es tan cruel como necio; y supeditar su valoración al gusto, también. Porque como todo en esta vida, el gusto también se educa.
En el tiempo que Richard expone el preludio de la obertura de cualquiera de sus óperas, Amadeus ha desarrollado ya la mitad de cualquiera de las suyas; y no por ello se puede decir que uno sea mejor que otro. Tan sólo es que cada uno necesita de distintos tiempos a la hora de expresar lo que tienen dentro. Quizás por ello Amadeus viviera sólo treinta y cinco años y Richard, setenta —parece como si Cronos hubiera marcado el “tempo” de sus composiciones decidiendo su reloj biológico—. Richard cuida hasta el último detalle de sus óperas, a las que incluso les escribe él mismo los libretos; mientras que Amadeus, los encarga, trabaja en equipo. Todo eso tiene que reflejarse de una forma u otra en la obra, es inevitable.
Lo que también evidencia su maestría es la pervivencia del mensaje de sus obras a lo largo de los siglos, teniendo la misma influencia en la cultura popular actual. Ejemplo claro: el cine. Se ha recurrido a la música de Richard en Excalibur de Boorman, Apocalypse Now de Coppola, The Boys from Brazil de Schaffner; todas ellas de innegable corte trágico e incluso epopéyico. Por el contrario a Amadeus lo podemos encontrar, que recordemos, en Oci Ciorne de Mikhalkov, Out of Africa de Pollack, Flags of Our Fathers de Eastwood y Amadeus de Forman, pero esta última no me vale porque es una ficción biográfica. La obra de Amadeus queda para obras románticas.
Un inciso: Me viene a la memoria la influencia de Beethoven y el paradigma dentro del cine que es A Clockwork Orange de Kubrick —y la genial adaptación de Wendy (Walter) Carlos del maestro sordo. Ay Wendy-Wendy...—, pero esa es otra historia...
Prosigamos: Como no podría ser de otra forma, el hecho de que Richard y Amadeus conciban sus obras con desarrollos temporales tan diferentes no hace, sin embargo, que las estructuras musicales de ambos no sean complejas, como corresponde a su genialidad. Richard quiere que sus composiciones fluyan, que no existan interrupciones entre las partes y para ello transforma la tonalidad hasta hacerla casi desaparecer. Mientras que la estructura de las sonatas de Amadeus es: AB-BA CC-DD DD-CC BA-BA; Richard concibe sus composiciones como ríos que fluyen por paisajes diferentes. No quiere que existan interrupciones entre las partes y para ello transforma la tonalidad hasta hacerla casi desaparecer. Sus obras son totales o completas —signo inequívoco de modernidad— en las que música, palabra e imagen tienen que estar fundidas, no superpuestas. El máximo exponente en la actualidad de esta idea de la obra total en las que todas las artes hacen acto de presencia es Peter Greenaway (The Draughtsman’s Contract, la fallida The Belly of an Architect, Prospero’s Books, The Pillow Book).
Amadeus es, sin embargo, un “manierista”. Recoge toda la tradición que llega a su época y la pone patas arriba porque la reinterpreta, se salta los cánones, las reglas compositivas y mezcla, una y otra vez. Eso es lo que hacía Quentin Tarantino en su ópera prima Reservoir Dogs. Bueno, también en otras, pero es que la que más me gusta es la primera.
En el campo de la literatura la novela puede ser entendida como un conjunto de cuentos, mientras que el cuento sería la unidad mínima de narrativa, tamaños aparte de cada una. Desde este punto de vista, y por el de la extensión de las piezas también, entendemos que Richard sería un novelista y Amadeus un cuentista.  Claro, que alguien podría decir que Amadeus también tiene operas, que vienen a ser como novelas pero, en su caso, casi me atrevería a decir que son como antologías o recopilaciones de un mismo hilo argumental.
Decía antes que el gusto se educa. Cuando alguien, frente a algo comprobado y constatado que está bien hecho, dice: “Esto no me gusta” es evidente que se está desautorizando a todos los niveles. Siempre hay que argumentar las valoraciones, los juicios de valor, pero nunca bajo el gusto —subjetivo y reaccionario—. Sé que existen frases recurrentes pero son discutibles y cuestionables y poco recomendables porque siempre se acaba confundiendo el gusto personal con lo correcto —acto vanidoso—. Es lo que sucede con los ignorantes, que frente a lo desconocido, y el temor que les supone reconocer su inexperiencia —porque la ignorancia se cura con la experiencia, o el aprendizaje; es lo mismo—, siempre acaban diciendo lo mismo: “no me gusta”.
En la actualidad se asocia a Richard con el nazismo —el famoso chascarrillo de Woody Allen diciendo que escuchándolo le entraban ganas de conquistar Polonia lo sintetiza muy bien— no sin razón, puesto que era un antisemita reconocido, pero aquí entramos de lleno en la confusión del genio y sus virtudes con la persona y sus vicios. Nuestro acervo cultural heredado hace que repudiemos el nazismo por razones obvias y todo aquello que se le asocie y, por ende, la música de Richard tan amada por la bestia del siglo XX; pero de ahí a no reconocer la belleza de su obra... Estoy seguro de que Amadeus le tiene que gustar a mucha gente indeseable. Es imposible que su música no cale hondo en algún criminal, asesino en serie, violador, magnicida, incluso banquero o político; y no por ello hay que dejar de escuchar su música: ella es anterior a cualquiera de nosotros y perdurará en la memoria de las generaciones futuras... nosotros no.


martes, 24 de julio de 2012

Charlize Theron (No existen las casualidades II)

Marvin Gaye - A Funky State Reincarnation (1978) [Enlace]

Imágenes capturadas de la televisión
Recuerdo que ya hace quince años del éxito que supuso la campaña publicitaria de vermouth con nombre italianizado de “veranillo santo de mes de septiembre”. Todo el mundo recuerda a la joven que valoraba más perderse con el chico descarado que se mesaba los labios con el pulgar que permanecer junto al capo de cabellos y albornoz blancos, aunque aquello le costara la parte trasera del vestido y que todos admiráramos durante unos segundos la desnudez, redondez, y rotundez de su trasero contoneándose al compás del deshilado; antes de que saliera con graciosa elegancia la censura en forma de la marca anunciada. El anuncio no tiene desperdicio: es un excelente ejemplo publicitario, además de cinematográfico e incluso, quizás, cómo no, semiótico. Decía —antes de que perdiera yo también el hilo— que todo el mundo recuerda la escena pero muy pocos o nadie que detrás de aquella modelo se escondía un diamante en bruto, toda una señora actriz.
La segunda parte de esta historia es que al diamante en bruto, quince años después, cuando ya se ha convertido en toda una señora actriz, le ofrecen continuar con el juego erótico anterior. Al final del anuncio del perfume, francés —cómo no—, la protagonista se aleja moviéndose con el mismo porte y cadencia; ha dejado ya todo su vestido por el camino, como “agradeciendo” con ese desnudo integral —cual guiño íntimo y cómplice— a sus seguidores todos los años de confianza depositados en ella desde el primer anuncio. Ni que decir tiene que tras todos esos años de respiración contenida, de deseo inconcluso del primer anuncio; con el segundo se culmina el orgasmo visual y mental que supuso la interrupción de ciento ochenta meses antes. Ahora el recurso censor es un magistral contraluz, pero viendo cómo se aleja —y os aseguro que no me ha costado encontrar el fotograma exacto— en ambos trabajos, es imposible pensar que todo sea casual. De nuevo no existen las casualidades porque el mundo está lleno de gente que piensa... hasta el mínimo detalle. Las cosas no son lo que parecen, sino lo que son.

domingo, 10 de junio de 2012

El origen del mundo


La obra de Courbet no fue bautizada con ese nombre hasta bastante después de haber sido creada. Era un encargo personal de un Bey turco para su uso y disfrute –sexual- porque el onanismo masculino es una práctica universal que no entiende de religiones ni de naciones. El lienzo mide 50 x 46 cm que, a la distancia adecuada –unos 2 m- toma su protagonista el tamaño exacto y natural de lo que representa. No se necesita ser un lince para ver que estamos ante las prehistóricas páginas centrales de la revista Plaiboi[1]. El encargo, vamos a llamar al cuadro desde ahora así, fue condenado al ostracismo al poco tiempo de ser creado porque su dueño, el Bey –un calavera y pendenciero-, se arruinó con el juego y dos años después de ser pintado pasó a la lúgubre y lóbrega trastienda de un anticuario de arte.

Gustave Courbet: El orígen del mundo (1866)
Musée d'Orsay. Paris

Este encargo fue único en su momento puesto que la figura humana aparece mutilada –desmembrada y decapitada- motivo por el que causó tanto rechazo. Estamos ante una obra de arte contemporáneo porque lo primordial no es el todo, sino las partes, y por cómo se muestran. No existe retórica en el discurso. Se muestra el mensaje como es. Los protagonistas son el pubis, el vientre y el seno. Tres elementos complementarios para apoyar el único motivo: el origen del mundo –recordemos que cuando se crea todavía no tiene título, éste es muy posterior, en pleno siglo XX-. El mundo se origina por el deseo primitivo del individuo por permanecer más allá de la vida; se desarrolla o transmuta de embrión a naturaleza en el vientre y acaba nutriéndose del pecho –no es casual que sólo se muestre uno, no se necesita más-. El sexo es el instrumento y el faro del deseo; el ombligo, el vórtice del vientre; un pezón esbozado, la baliza del seno.

Una sábana o tela blanca ensortijada envuelve el cuerpo como entre un halo de humo, como si el torso surgiera de la espesura de la imaginación. No es un blanco inmaculado porque el fin de este encargo es, cuanto menos, innoble. Cierto es también que con el recurso de la sábana, el autor se evita el esfuerzo de seguir dibujando partes del cuerpo que distraen del mensaje principal. Pero es un recurso acertado puesto que el fondo es oscuro, casi negro. La sábana es el batallón de luces que enmarcan la escena central, como en las barracas de feria, o casinos de desiertos, que tan bien nos explicara Venturi[2] cien años después.

Con todo esto, y sin extenderme más en disquisiciones teóricas, quería aprovechar la ocasión para revindicar el verdadero sentido de esta obra, que no era otro que el disfrute, el placer sin más, el desahogo de tensiones, la serenidad que transmite a quien lo mira –o lo admira-. El sexo es lo que tiene, que relaja, aunque sea sólo mirándolo, lo que convierte a los –y las, que nadie se lleve a engaño-  visitantes en el museo en unos “voyeurs” involuntarios, inconscientes –no conscientes- de ello.


[1] No es que no sepa escribirlo, es que no quiero problemas legales.
[2] Robert Venturi: Aprendiendo de Las Vegas (1972). Ed. Gustavo Gili

miércoles, 23 de mayo de 2012

Espacio-Tiempo

El descubrimiento de que la Tierra era redonda –esférica es más correcto- no se constató de forma empírica hasta el viaje de Magallanes. Digo de forma empírica porque se sabía de manera teórica desde el siglo VI a.C. –Grecia clásica-. Desde que se formuló la teoría hasta que se pudo comprobar transcurrieron 22 siglos. Durante todo ese tiempo la náutica no evolucionó mucho, luego si no se circunnavegó –cómo me gusta esta palabra: circunnavegar- el planeta, no fue por medios sino por motivación. Y en 1521, a Magallanes le motiva lo mismo que al rey de España: el comercio. El comercio, y la seguridad de que la Tierra ya no es un plano finito en cuyos bordes aguardaban las bestias más fabulosas que pudiera imaginarse cualquier mortal.
No es el mismo caso exacto, pero ahora los astrónomos y cosmógrafos están en esa discusión: el universo es plano –euclídeo infinito- o, por el contrario, esférico –plano curvo finito-. Incluso existe una tercera hipótesis que propone que es un paraboloide hiperbólico –plano curvo infinito-. La importancia de este descubrimiento se reduce a lo mismo: saber si se puede enviar una nave que pueda volver para contarlo, es decir, existir motivación comercial. El problema es que las dimensiones –el espacio- del Universo son infinito-temporales para el Hombre, por lo que parece imposible que alguna vez pueda circundarlo no por la tecnología, sino por su limitación temporal, porque no puede ser eterno.
Pretender la inmortalidad de la especie humana se antoja harto difícil, no así la longevidad –ya existen estudios serios sobre el límite probable del techo de la esperanza de vida: 150 años- por ello creo que la revolución tecnológica de los viajes siderales pasa sin remisión por la conquista del tiempo –pura ciencia-ficción, lo sé-, pero Orwell y Clark ya pensaron en ello. No creo que sea descabellado, también pensó Verne en llevar un hombre a la Luna y parece ser que ya ha llegado.
El problema reside en encontrar el modo de plegar, aproximar, reducir[1] el duplo espacio-tiempo del cosmos, del que cada vez se está más de acuerdo que es indivisible o, quizás, lo mismo. De momento seguiremos pensando que el tiempo más corto en recorrer dos puntos es una curva. Sí, una curva, porque de aquí a Nueva Zelanda sigue siendo más rápido viajar por la superficie de la Tierra –línea curva- que por el centro de la misma –línea recta-.


[1] No parece, de momento, que sea posible realizar viajes temporales negativos, es decir, al pasado.

domingo, 6 de mayo de 2012

Moebius


Primera viñeta de la obra "El Incal" (1981), guión de Ale-
jandro Jodorowsky, en la que John Difool cae al abismo de
Suicide Avenue. Inspiradora de la película de Luc Besson,
"El quinto elemento" (1997).

Ha muerto Juan Giraud, alias Moebius. El ilustrador de la saga del Incal falleció el pasado 10 de marzo, y con él todo un universo estético de la ciencia-ficción. Nos ha dejado huérfanos a todos los que le seguíamos desde principios de los 80... son treinta años, casi la edad de un matrimonio. Por eso, le echaremos de menos. No voy a hacer ninguna reseña biográfica ni bibliográfica por innecesarias, para ello ya existen lugares específicos, tanto físicos como virtuales.
Para algunos será el creador del Teniente Blueberry, pero para mí siempre será el padre de John Difool y, en cierto modo, uno de mis padres, de mis referentes literarios. Sé que sólo era dibujante de cómics pero son ellos, los dibujantes, quienes realizan un importante trabajo de descripción de ambientes y lugares.
¿Nadie recuerda la frase "una imagen vale más que mil palabras"? Seguro que la respuesta de muchos sería que si las palabras son bellas, superan a la imagen. Yo les digo que si la imagen es bella, las palabras siempre se quedan cortas. Y es muy difícil inventar palabras, si no que se lo digan al ilustre Matías Martí, pero las imágenes... ¡ay las imágenes! Todos los años se premian trabajos gráficos de profesionales de la fotografía de todo el mundo... me estoy desviando del camino, pero quiero apuntar que el dibujo fue el precursor de la escritura y será lo último que escriba el último humano de este mundo.
Este tipo, Moebius, con quien me pasaba noches enteras, en vez de estar estudiando trigonometría o latín, admirando sus paisajes miesianos[1], sus colores imposibles o sus bestiarios[2] tan personales y maravillosos fue el primero que me abrió una puerta del cerebro y me introdujo dentro de mí mismo para que observase desde fuera lo que tenía en mi interior. Contado así parece la crónica de un desvirgamiento, y quizás lo fuera. Lo cierto es que desde que tuve en mis manos un “Metal Hurlant” y leí una de sus historias, mi percepción del mundo cambió de manera radical –todo esto lo escribo en 1ª persona para significar más aún si puedo mi homenaje hacia él-.
La gran pérdida, aparte del valor humano, es que no se vislumbra que nadie haya recogido el testigo de su obra, no me refiero a que no haya creado escuela, sino que parece no haber un claro sucesor o tendencia sucesora. Desde los Estados Unidos sigue amenazando la invasión Marvel, cada vez mayor y, de una forma casi paradójica y surrealista, alimentada por el ingenio europeo. Con los avances tecnológicos Superman, Batman, Spiderman y la Patrulla X, entre otros, son dibujados en España, Holanda, Francia o Italia, por excelentes dibujantes oriundos de estos países, y mandados los trabajos por las ondas Hertzianas a las editoriales norteamericanas; así ahorran portes y el precio resulta más competitivo.
De todas formas, el cómic europeo sigue manteniéndose a flote entre esos dos grandes buques de guerra[3] que son los EE.UU. y el Imperio del Sol Naciente... ¡sí, Japón!, pero esa es otra historia...



[1] Siempre he preferido utilizar este adjetivo al de minimalista. Es un hábito adquirido en la ETSAV a la hora de defender mis proyectos ante profesores que entendían mal el concepto de sencillez de Mies van der Rohe llevado a la actualidad. Quiero decir que el minimalismo, en arquitectura, no es más que una recuperación de las tesis del arquitecto alemán. A veces se consigue y otras no. Pero lo que está claro es que existe una gran diferencia entre la sencillez “miesiana” y la de Le Corbusier o la de Louis Kahn.
[2]  Es innegable el conocimiento de los bestiarios medievales y su profundo estudio por parte de este autor y su posterior influencia en su obra.
[3] Lo de buque de guerra no es una metáfora, porque para estos países cualquier fuente de ingresos se nacionaliza y protege frente a ingerencias externas y, como decían los estrategas romanos, la mejor defensa es un buen ataque, que siempre ha sido su política.

miércoles, 29 de febrero de 2012

El día que descubrí que el 1 no era primo


Criba de Eratóstenes a la que se le ha suprimido la primera
casilla para que se cumpla el "Teorema fundamental de la
aritmética".
Estás tan a gusto haciendo la paella. Poniendo a prueba la última recomendación absurda sobre la cocción del arroz, esperando a que se haga la hora de comer y de repente... ¡Chof! Un jarro de agua fría: el número uno no es primo. No ganamos para sustos. Primero, que si el núcleo de la tierra es sólido; luego, que si Plutón no es un planeta; y ahora esto. ¿Qué será lo próximo... que π tiene un número finito de decimales? Esto es alucinante. Tantos años estudiando, para que al final venga un nuevo grupo de eruditos sobre materias trascendentales con problemas de adaptación y aceptación social y te digan que lo que te dijo el antiguo grupo de eruditos sobre materias trascendentales no era cierto, que lo que vale es lo que dicen ellos, no los otros, los de antes.
La “nueva” definición de número primo dice que “Un número entero mayor que 1 se denomina número primo si sólo tiene como divisores positivos a sí mismo y a la unidad”. Ahí está la trampa, que antes era “cualquier número entero”.
Para mayor guasa “El teorema fundamental de la aritmética” dice que “cualquier entero mayor que 1 puede escribirse de forma única como un producto de números primos, escritos de menor a mayor”. De modo que, según la definición, 6 ahora se expresa como 2 × 3, y 11 sólo como 11. Si 1 fuera primo sucederían cosas extrañas, como por ejemplo que 9 = 1 × 9 pero también que 9 = 1 × 1 × 9 y así sucesivamente; y esto invalidaría el teorema anterior. Aunque este último ejemplo, querido lector, tú y yo sabemos que sólo se le puede salir de la mente que pretende ser listo pero que no lo es. Sería lo mismo que decir que el 2 tampoco lo es porque todos los números pares son múltiplos de él.
Eratóstenes inventó un sistema para descubrir cualquier número primo. Ordenó todos los números en filas de diez unidades como se presentan en la imagen adjunta. Descartó todos aquellos que fueran múltiplos de 2, luego de 3, 5 y 7 –en este ejemplo sólo aparecen los 120 primeros- pero seguiríamos con los de 11, 13, 17... y descubrió, entre otras cosas interesantes, que a partir de la segunda fila, todos los primos acababan en 1, 3, 7 ó 9; y que sólo dos filas contienen más de cuatro primos –con Eratóstenes la primera fila tenía cinco, ahora sólo cuatro-. Esto se repite en dos filas cada centenar de números.
En el dibujo se aprecia también la cadencia o sucesión de los múltiplos de los pares –en este ejemplo sólo hasta los múltiplos de 7- o la sucesión de primos acabados en 1, 3, 7 y 9.
...
¡A lavarse las manos y a comeeeeer! La conversación terminó en ese mismo instante y ya nunca más volviste a hablar del tema, aunque te apasionara tanto como a él y a pesar de que no fuérais matemáticos ninguno de los dos. Por desgracia, nunca más continuarás esta conversación.


miércoles, 22 de febrero de 2012

La palabra es un arma de doble filo

La derecha española ha aprendido a hablar. Hace tiempo que se ha apoderado del discurso demócrata y lo utiliza para un interés común, que no general, como arma contra todo aquel que no piense como ella. Ya no son sólo los cuatro señoritos que gobernaban en la sombra, ahora se han rodeado de voceros visibles que, a cambio de un minuto de gloria en televisión -como decía Warhol-, están dispuestos a recibir todo tipo de descalificaciones porque están vacunados contra la vergüenza -tragaderas se le llamaba antaño-. La televisión genera mucho dinero y da igual de quién se cobre mientras se cobre; ni se sabe el tiempo que hace que nadie se preocupa ya de dónde sale el dinero con el que subsistir, si existió alguna vez ese tiempo.
Se ha ordenado retirar la policía de las calles de Valencia desde las altas esferas del gobierno[1] porque han descubierto que no tienen suficientes efectivos para controlar a la enorme oleada de gente que se les ha echado a la calle, y porque saben que con la palabra pueden ser más efectivos.
Ya se ha iniciado una campaña de manipulación y CENSURA moderna desde los medios de comunicación donde los directores de redacción de noticias o como quiera llamárseles ahora a los censores modernos, empiezan a cortar imágenes y a descontextualizar declaraciones para influir al resto de la sociedad. Porque no nos equivoquemos, esto para fallas (dentro de 30 días) lo más seguro es que haya perdido fuelle porque las fallas son sagradas (y deben seguir siéndolo tanto como la educación y la sanidad) y porque los movimientos estudiantiles son muy llamativos pero poco efectivos si no tienen el apoyo masivo de otros colectivos poderosos -no el de profesores, que ya está bastante desprestigiado- sino por... ¿cuál es el colectivo profesional con más prestigio en España?... ¡pues por ese!. ¿Dónde están las AMPA? (el corrector del Word me indica que ampa es con h... quizás tengan razón). Mudas, pero ya veréis del lado de quién se ponen, de momento un “grupo de padres” va a demandar a la policía pero las “ampas” seguirán la voz de su amo.
“Las fuerzas del orden están para mantener la paz” dice alguien del gobierno, “hay que combatir al enemigo” dice el director de la policía... ¡Estamos en guerra y yo con estos pelos! (siempre me entero de todo el último) Pues este enemigo quiere proclamar que la lucha será baldía si se deja en manos de estos chavales, menores de edad, ¿o a nadie le ha dado coraje ver a esos dos estudiantes SOLOS frente a la delegada del gobierno? No fue David quien mató a Goliat, sino una piedra arrojada con un arma. Que nadie me malinterprete, que aquí el arma tiene que ser la palabra, pero no el discurso demagogo de los partidos políticos (patéticas declaraciones del paladín de los socialistas valencianos), ni el silencio sindical (claro, como los estudiantes no pagan todavía cuota y como en Valencia el ex-magnífico-rector-del-politécnico-de-cuyo-nombre-no-quiero-acordarme-y-que-puso-un-toro-metálico-en-el-campus ya se encargó de atar bien atado que no hubiera representación sindical de los estudiantes). La mitad de la universidad NO HARÁ NADA DE MANERA COLECTIVA, y de la otra mitad sólo su mitad, se echarán a la calle (no me imagino al profesorado y alumnado de derecho, económicas, medicina y farmacia en la calle de manera masiva). Total de la cuenta: 25% de la universidad. En fin, lo de siempre, al final se les presionará a los estudiantes desde sus familias para que no pierdan el tiempo “con tonterías” porque perderán el curso, a los “líderes estudiantiles” se les tentará con suculentas oportunidades laborales o privilegios universitarios y en dos o tres añitos estarán trabajando como voceros del verdadero poder, el que está a la sombra.
Gabriel Celaya decía que la poesía es un arma cargada de futuro... de futuro incierto, diría yo; y Blas de Otero, “Si he perdido la vida, el tiempo, todo lo que tiré, como un anillo, al agua, si he perdido la voz en la maleza, me queda la palabrauna palabra que más tarde o temprano se la van a relativizar, tergiversar, descontextualizar y prostituir para transformarla en un simple sonido gutural, en un grito salvaje.


[1] Ahora es el gobierno de Rajoy, pero recordemos que hace menos de un año era el de Zapatero, no el de Esperanza Aguirre, quien ordenaba dar palos en Madrid. No así en Barcelona, porque allí las competencias están traspasadas, es cosa de Mas, pero da igual porque los "mossos d'esquadra" tampoco difieren mucho de sus antecesores.

viernes, 3 de febrero de 2012

Las tierras coloreadas

Hay tierras amables que se visten con elegantes y vistosos tapices de plantas con una infinita gama de verdes. A veces se engalanan con tal exhuberancia que incluso es imposible que el sol las ilumine y la putrefacción se extiende por el sustrato que sirve de alimento a un suelo, por lo general, rico en agua.
     También hay otras muchas cubiertas con corazas de asfalto para hacerse resistentes a la humanidad; cuando esta desaparezca, la tierra, con la ayuda de la mandíbula del tiempo, se irá desprendiendo poco a poco de la coraza para mostrar su verdadero aspecto.
Las tierras salvajes de los desiertos se muestran desnudas con su amplia paleta de colores como si fuera la cola de un pavo real. Colores por estratos o plegados como sábanas en una cómoda y que el viento tornea a su antojo.

Aunque lejos de aquí, también están las tierras altas y las tierras bajas. Las altas son blancas por el hielo que se aloja entre su estructura porosa y las bajas negras por el cieno que la corrompe y la pudre, excelente vivero de protoseres. 
"Terraos" de láguena en Las Alpujarras
Las tierras de color azul, de todas las gamas del azul imaginable, no por la distancia a la que se perciben, sino por la cantidad de arcillas magnésicas que contienen, llamadas launas. E incluso hay quien las llama láguenas, como esa diabólica bebida que mezcla coñac y anís a partes iguales.
Por la acción de los hombres las tierras, a veces, sufren fracturas en forma de canteras que encierran titanes congelados. Las de mármol blanco no son sino poderosos torsos atrapados a la espera de que cualquier escultor los libere. En sus vetas se distinguen las venas inertes de los seres que encierran.
      Las tierras que rugen del interior de las simas piden paso para nacer. Se trata de la ley invisible que se establece que por cada centímetro de tierra que nazca, otro debe morir. Una ley inmutable ante el deseo del hombre.
Los ríos, cuando no bajan con aguas, enseñan sus mantos policromos de cantos rodados, mares de perlas. Otras veces deciden cubrirse con harapos ocres de limos o légamos, refugio de seres del inmundos que todavía luchan por salir a la superficie.
Las tierras de color rojo, de fertilidad inequívoca, la que siempre ha buscado la codicia de los hombres, siempre queda oculta a los ojos de todos, con tupidos follajes.
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