miércoles, 3 de agosto de 2011

Salvador y Fulgencio

      Lo de Fulgencio, Pencho, Penchín creo que es peor. Como no sea que de Fulgencio (Fulgensio con el acento de allí) derive en Gensio, y de este en Pensio, y de aquí salga Pencho. Es que no lo puedo entender. Lo peor de todo es que a los padres les guste ese nombre. Claro que todo es acostumbrarse y, con el tiempo, hasta te gusta y todo, decídmelo a mí que decidieron llamarme Eufrasio.
Nunca he entendido los hipocorísticos que se utilizan por estas tierras. A alguien le parecerá extraño pero, por aquí, un Boro no es otra cosa que un Salvador, de igual manera que en un Pencho en Murcia es un Fulgencio. Sí, es cierto lo que estáis pensando: tanto en Murcia como en Valencia hay gente que pone estos nombres para poder llamar a un hijo así –otra razón de peso para que cuando el niño crezca se convierta en un parricida o abandone a sus padres en un asilo, si no en una gasolinera- Así que tenemos los Boros en Valencia, que cuando les preguntas cómo surge el diminutivo te explican convencidos de que Boro viene de Saboro, que a su vez viene de Saoro, y este de Salvaor, hasta llegar a Salvador. Totalmente lógico, ¿no lo veis? Si está claro, como el chocolate... Lo que me parece alucinante es como la ”v” se convierte en “b” de una manera similar a la transubstanciación de la carne en el espíritu y viceversa, o lo que viene a ser lo mismo, por el misterio de la santísima trinidad. Si el nombre es Salvador, ¿por qué no se le llama Voro en todo caso?

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