El ilustre Matías
Martí, inventor de palabras, legó para esta colmena temerosa de dios un buen
fajo de neologismos paridos de su ingenio particular y único; irrepetible. La
última de sus invenciones, póstuma y empapelada —por hallarse encerrada, oculta
entre papeles, sin comunicación alguna con el exterior— ha sido el neologismo
“estoria”: “1. f. Dícese de la narración breve y ficticia”.
Los
eruditos neológicos no se ponen de acuerdo en cuanto a su naturaleza original, ya
que los conocedores del idioma inglés habrán reconocido su semejanza y
literalidad con el vocablo “story”, además de su significado; por lo que estos
defienden que más que un ingenio se trata de una ingeniosidad —que no es lo
mismo— pero que, a fin de cuentas, sea lo que sea, resulta siempre un acierto
poder disponer de una palabra nueva que resuma y sintetice tres palabras en
una.
Tampoco
les ha pasado desapercibido a los neólogos portugueses y gallegos la exactitud,
salvo la tilde lógica, de la escritura y significado con su vocablo “estória”;
hasta tal punto que defienden que, dado el origen de nuestro querido maestro,
no se trata más que de un olvido natural de marcar el acento en un bilingüe
como era el señor Martí —con toda probabilidad un descuido derivado de su
avanzada edad, afirmación realizada por grafólogos consultados—.
A
esta controversia se unen los estudiosos de la literatura hispánica medieval,
defensores de la teoría de que se trata de otro signo inequívoco de su ego
elevado al querer hacer suya una voz que ya usara el rey de Castilla para
titular sus obras “Grande e general estoria” y “Estoria de Espanna”; o también
la “Estoria de los godos” de Rodrigo Jiménez de Rada. Resumen y afirman estos
que: “ni ingenio ni ingeniosidad sino plagio. Y punto”.
Como
quiera que sea y que acabe esta batalla dialéctica —la elevamos a tal grado
dado que en la contienda ya han fallecido dos eruditos; que haya sido por muerte
natural es irrelevante—, lo que no se puede negar es que ha generado en los
usuarios del habla, es decir, en la población lega y ajena a estos litigios,
que la palabra esté en boca de todos lo que, además de un logro póstumo de
Matías Martí, sea un feliz acontecimiento para el léxico de nuestra lengua.
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